El pasado verano una amiga de la familia nos regaló estos productos de la
huerta de su casa, que cuida personalmente, sin fertilizantes ni
productos químicos, todo natural.
El aspecto es inmejorable, esto sí que fue disfrutar de comida sana; el
sabor se nota completamente diferente a lo que se compra en en los
supermercados de Madrid, así que ahora que aún no es temporada, estoy deseando ir en agosto para volver a disfrutar de los platos que hago con estas verduras.
Patatas, tomates, pimientos, pepinos, cebollas, calabacín, lechuga y a ambos lados, calabazas (una redonda y otra alargada)
Cuando era un bebé, mi madre iba a buscar la leche a casa de la Sra. Benina, la cual tenía en ese momento una vaca con ternero, y vendía una leche muy buena. Como en aquella época las vacas de Villabrázaro no eran suizas como las actuales, la gente iba a comprar a casa de las personas que tenían una vaca que había parido.
La forma de ordeñar, era manual, y además de ser un trabajo laborioso, había que tener cuidado de que el animal no diera patadas y volcara el caldero.
Ordeñadora
Ya de adulta, cuando volví al pueblo de vacaciones, en los años 70 y 80, aún no estaba muy extendido el comercio de la leche en las tiendas, con lo cual también iba a por la leche, o bien yo misma o enviaba a alguno de mis hijos. Mi lechera era de plástico, pero lo normal es que fueran de alumnio, y tenía una capacidad de 5 litros, aunque como era para consumo diario, compraba entre dos y tres litros.
Habitualmente, la gente se cruzaba con la lechera en la mano para ir a su proveedor en torno a las 9 de la noche, una vez que había regresado la vacada y los dueños habían ordeñado, ya de una manera algo más cómoda, pues se habían introducido las ordeñadoras. También la raza de las vacas ya no era la de antes, sino específicamente lecheras, con lo cual no había que depender de que parieran.
A veces se formaba un poquito de cola, pues se iba demasiado pronto y aún no habían terminado de ordeñar o de volver de las cuadras. Recuerdo haber ido a buscar la leche todos los días, incluso los domingos, a lo largo de los años, a casa de diversos paisanos.
Cuartillo
La manera en que llenaban la lechera era usando un cuartillo, una medida castellana de aproximadamente medio litro, y la forma de pago, no recuerdo muy bien, pero sería semanal.
Después al llegar a casa, tocaba la tarea de cocer la leche para esterilizarla. Solía usar un cueceleches, un recipiente alto que aún conservo, y había que estar pendiente del tiempo que estuviera en el fuego, porque a la mínima distracción, ¡pum! la leche se salía y ya se armaba un berenjenal tremendo, y además si se pegaba sabía a quemado.
Cuanto mejor era la leche, más nata se producía al cocerla (una capa por arriba), pero a mis hijos no les gustaba y me hacían quitársela.
Mi cueceleches de hace 40 años
Actualmente todo ha cambiado, ya tod@s compramos la leche en los supermercados, y las vacas que quedan en el pueblo, están fuera del casco urbano y su producción está destinada a ser vendida a empresas que vienen a recogerla en camiones.
Os deseo que tengáis un feliz día de Reyes, que sean generosos y os traigan muchos regalitos, a cada cual lo que necesite.
Reyes Magos de mi belén de madera
Roscón de Reyes con nata comprado el día 5. Ya se ha pasado un goloso a probarlo esta noche, por eso falta un trocito
Roscón de Mari, elaborado en la panaderia Cañibano de Colinas de Transmonte. También vinieron los "ratones" y le dieron antes un mordisco, puesto que estaba muy rico :-)
No sólo de pan vive el hombre, ¿o sí? Desde luego, es un alimento imprescindible en nuestras comidas de dieta mediterránea.
Antiguamente, no existían tantas panaderías en los pueblos, de manera que cada familia fabricaba su propio pan. En la mayoría de las casas existía un horno, generalmente hecho por el cabeza de familia. Mi abuelo León construyó el suyo en 1920, a base de adobes y mucha maña.
Aproximadamente cada quince días, se amasaba. Para ello, se necesitaba harina, agua y sal, y el hurmiento (levadura), que se guardaba de una vez para otra o se pedía a un vecino. En realidad era una porción de los componentes anteriormente mencionados. Esta mezcla se realizaba en la masera, un arca donde se amasaba y se dejaba reposar la masa tapada unas horas.
Una vez que había reposado, se daba forma a las hogazas y se "arrojaba el horno", proceso consistente en encender, meter la leña de monte bajo, sobre todo mañizos (vides), hasta que se consumía para después arrastrar a un lado los rescoldos y cenizas. Posteriormente se metían los panes con las paletas.
Pasado el tiempo de cocción se sacaban, y se almacenaban hasta su total consumo. Si alguna vez la gente se quedaba sin pan antes de volver a amasar, pedía una hogaza prestada al vecino, y después se la devolvía de su hornada.
Además del pan, a mí me gustaban mucho las tortas que hacía mi abuela. Las de chorizo, eran dos capas finas de masa entre las que iba el embutido, una idea parecida al hornazo. Las de azúcar, simplemente una capa con azúcar por encima.
Me gustaría que la gente que aún conserve hornos en casa, me envíe fotos y cuente detalles que a mí se me hayan pasado por alto.
Horno que fabricó mi abuelo en 1920. Actualmente se ve en un estado algo lamentable porque esta cocina de horno lleva más de cincuenta años abandonada. Se puede observar la entrada, el chimeneo por el que ascendía el humo y a un lado las paletas
Bóveda exterior del horno y el inicio del chimeneo, lucido por dentro y por fuera con pasta de barro y paja
Entrada del horno. A la izquierda, la cadena con la que se sujetaba la puerta metálica que lo cerraba
Masera que se conserva actualmente en casa de mi madre, donde se amasaba el pan
Paletas para meter y sacar el pan
Masa, que bien pudiera ser para moldear una hogaza o para guardar como hurmiento
Hurmiento en el cuenco, donde se guarda para la próxima vez que se amase
Llegadas estas fechas de Semana Santa, suelo hacer torrijas, pero no una tanda, sino varias, porque les encanta a toda la familia.
Supongo que en Zamora se hacen como en el resto de España; desde luego en Madrid son muy típicas, y todas las pastelerías las muestran estos días en sus escaparates. Hay diversas formas de elaborarlas, yo casi siempre las dejo reposando en leche, aunque también me gustan más "secas".
Hace dos fines de semana se celebró la Fiesta del Cristo (el domingo de Pentecostés), y esta vez he podido acercarme para disfrutar de los festejos, además con mucha alegría, pues hizo un tiempo espléndido.
El grupo navarro que actuó el sábado noche en la verbena, "Jamaica", compuesto por 12 miembros (9 chicos y 3 chicas), que tocaban y escenificaban estupendamente las canciones, animaron a bailar a todos los presentes
Bendito Cristo de las Agonías, que se saca en procesión el lunes por la tarde
Virgen del Rosario, sacada en procesión el lunes por la tarde, con su vestido de fiesta
Procesión del lunes, con el Bendito Cristo de las Agonías y la Virgen del Rosario
Las hermosas mujeres, chicas y niñas de Villabrázaro, luciendo el traje típico, a la salida de misa el lunes por la mañana
Mari y Pilar marcándose una jota con todo el gracejo castellano a la puerta de la iglesia
Mari y Juli bailando alegremente. Véase la preciosidad de los trajes, con todo tipo de detalles, confeccionados por ellas mismas
Mari y Pilar siguen animadas danzando
Historia del Canto del Ramo. Tuve la suerte de que Laura, descendiente del creador de esta costumbre, me contó el inicio de la tradición y me facilitó los versos del canto. Muchas gracias, Laura.
Laura tenía un tío abuelo alcalde, Don Justo Mayo, conocido por muchos de nosotros, que a su vez fue nieto de Don Justo Mayo, el alcalde fundador de esta tradición.
A principios del siglo XIX, una gran sequía asolaba la zona. El alcalde, Don Justo Mayo, recordó la presencia del Bendito Cristo, y decidieron hacerle una novena (rezar durante nueve días), a la vez que entre todos, con alma de trovadores, componían los versos del Canto al Ramo, con la intención de que lloviera y se terminara la penuria.
El lunes después del domingo de Pentecostés, los componentes del coro del pueblo van entonando el cántico, desde la puerta de la iglesia hacia el altar. En aquel momento llegó a tener 42 estrofas, y hoy en día, se cantan sólo 17 (creo que se trata de un romance: versos octosílabos, asonantados los pares y sin rima los impares. Que alguien que sepa de métrica me corrija, por favor).
Durante muchos años, no sé precisar exactamente cuántos, no se celebró el Canto, recuperándose este rito hace diecisiete años.
(pulsar botón derecho encima del link y "Guardar enlace como" para descargar el fichero)
El lunes por la tarde, después de la procesión, se realizó el sorteo del Ramo y la Rosca. En esta ocasión, tuve suerte, y me tocó la mitad del Ramo :D. La otra mitad fue para Blas, y la Rosca para Antonio.
El Ramo, con rosquillas cosidas al lienzo, por delante y por detrás.
Esta laboriosa y bonita tarea la realiza Pilar con mucha destreza :) Después de compartir con vecinos y familiares las riquísimas rosquillas, aún hemos podido disfrutar en casa de más de un desayuno
Rosca
Adelita y Andreíta con la Rosca en la iglesia
Las papeletas se vendían a 1 euro, y se podía optar al Ramo y a la Rosca. Aquí se ve el momento del sorteo
Grupo Brigeco bailando jotas en la Manga el lunes por la tarde
Vídeo del Grupo Brigeco bailando jotas en la Manga (24/05/2010)
El pasado martes de Carnaval las mujeres se disfrazaron con mucho salero, y Mary me envió estas fotos para que viera que siguen celebrando estas fiestas.
Hablando con mi madre, me comenta que toda la vida ha conocido la "yera", trabajos comunales que realizaban los vecinos esa mañana de Carnaval. Las campanas sonaban sobre las nueve, y los hombres acudían para repartirse los diferentes quehaceres, como podían ser arreglar caminos, tapar baches, etc.
Por la tarde, los varones iban a las bodegas, y el Ayuntamiento compraba el vino a algún vecino y lo repartía junto con el escabeche. Allí daban buena cuenta de la merienda :).
Afortunadamente, hoy en día las mujeres también participan de la fiesta, aunque la "yera" ya no se hace. Todo el pueblo acude a la puerta del Ayuntamiento, donde se reparte el tradicional escabeche, aceitunas y vino. La gente va con su fiambrera, donde le echan la correspondiente ración, y esta costumbre sirve de punto de encuentro en el frío invierno para echar unas risas y pasarlo bien.
Fotos cortesía de Mary
Las mujeres de Villabrázaro, echándole humor al asunto con originales y vistosos disfraces a la puerta de las escuelas. De izquierda a derecha: Mary, Carmen, Juli, Dori y Angelines
Juli, Dori y Carmen partiéndose de risa
Las chicas de antes paseando la alegría por el pueblo
La lata de chicharros en escabeche. ¡Ojo!, no tocan a una lata por persona como pensaba mi hija, sino que se reparten varios peces a cada un@
Los vecinos en la puerta trasera del Ayuntamiento, acudiendo al reparto del escabeche
Este bollo típico de la época de las matanzas suele hacerse entre diciembre y febrero, y es muy popular en la provincia de Zamora, sobre todo en las zonas rurales.
Hacía mucho tiempo que no lo comía, pero a finales de enero estuve en el pueblo y lo compré en una tienda de Benavente.
Cuando se disuelve la manteca, quedan al final unos trocitos sólidos, que son los coscarones. Éstos son los que se introducen en la masa que se recubre de azúcar.
Recuerdo cuando de pequeña mi abuela amasaba en casa y hacía estos ricos bollos de forma elíptica y plana, que en Villabrázaro, al contrario que en otras partes de la provincia, no lleva almendras por encima.