Esta entrada está dedicada a todas las personas de Villabrázaro que nos han ido dejando, y en especial a las más jóvenes, cuya pérdida deja un dolor muy profundo en el corazón.
Por quién doblan las campanas
¿Quién no echa una mirada al sol cuando atardece?
¿Quién quita sus ojos del cometa cuando estalla?
¿Quién no presta oídos a una campana cuando por algún hecho tañe?
¿Quién puede desoír esa campana cuya música lo traslada fuera de este mundo?
Ningún hombre es una isla entera por sí mismo.
Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.
Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia.
Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad;
por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti.
John Donne (1572-1631). Devociones para ocasiones emergentes, 1624 (fragmento)
-- Versión original (en inglés)
For whom the bell tolls
Who casts not up his eye to the sun when it rises?
but who takes off his eye from a comet when that breaks out?
Who bends not his ear to any bell which upon any occasion rings?
but who can remove it from that bell which is passing a piece of himself out of this world?
No man is an island, entire of itself;
every man is a piece of the continent, a part of the main.
If a clod be washed away by the sea, Europe is the less,
as well as if a promontory were, as well as if a manor of thy friend's or of thine own were:
any man's death diminishes me, because I am involved in mankind,
and therefore never send to know for whom the bell tolls; it tolls for thee.
John Donne (1572-1631). Devotions Upon Emergent Occasions, 1624
domingo, 1 de febrero de 2009
jueves, 4 de diciembre de 2008
Árboles Frutales
En Villabrázaro había muchos árboles frutales, tanto en fincas particulares como en las parcelas del ayuntamiento. En la década de los 50 se plantaron en estas parcelas cuatro o cinco manzanos. Cada vecino podía tener entre dos y tres parcelas, con lo cual, en cada casa podían disfrutar de lo que proporcionaban unos diez o quince manzanos, así que había fruta asegurada hasta bien entrado el invierno. Las había de diferentes clases: reineta, verde doncella, morro de liebre y otras rojas que ahora mismo no sé si eran starky o royal gala.
Recuerdo que viviendo en Madrid, cuando mi abuela venía a pasar el invierno con nosotros, traía a primeros de noviembre unas riquísimas manzanas verde doncella. ¡¡Ays qué ricas!! no las he vuelto a ver tan grandes y gustosas como aquellas :)
A partir de mediados de los 70, arrancaron de forma progresiva los manzanos de las parcelas, imagino que para un mejor aprovechamiento del terreno. También he notado que en las fincas particulares, a día de hoy, hay muchos menos árboles frutales, aunque este verano he podido fotografiar diferentes especies.
Recuerdo que viviendo en Madrid, cuando mi abuela venía a pasar el invierno con nosotros, traía a primeros de noviembre unas riquísimas manzanas verde doncella. ¡¡Ays qué ricas!! no las he vuelto a ver tan grandes y gustosas como aquellas :)
A partir de mediados de los 70, arrancaron de forma progresiva los manzanos de las parcelas, imagino que para un mejor aprovechamiento del terreno. También he notado que en las fincas particulares, a día de hoy, hay muchos menos árboles frutales, aunque este verano he podido fotografiar diferentes especies.
Higuera
Higos de cosecha propia, de clase cuello de dama, los mejores y más dulces; son los que se secan y se convierten en los exquisitos higos pasados
Higos de cosecha propia, de clase cuello de dama, los mejores y más dulces; son los que se secan y se convierten en los exquisitos higos pasados
domingo, 2 de noviembre de 2008
Reloj no marques las horas
“Reloj no marques la horas, porque voy a enloquecer”, eso es lo que decía el famoso bolero de Lucho Gatica, y en verdad que en ciertos momentos lo suscribo. Cuando hace 20 años pusieron el reloj del Ayuntamiento, interrumpiendo la calma que había por las noches en el pueblo, me imaginaba a mí misma plantificada en mitad de la madrugada enfrente del susodicho reloj, cargada con unas piedras y haciendo diana en plena circunferencia :)
Seguro que esta opinión no la comparte casi nadie, pues personas que viven al lado, como mi abuela, cuando le pregunto si le molestan esos atronadores campanazos, dice:
-“Pero si no se oye, déjalo que está muy bien”
Otras personas comentan:
-“Ya ni lo siento, me he acostumbrado”
-“Pues si es bien bonito”
-“A mí no me molesta”
El único pequeño reproche que he escuchado es:
-“Ays, por las noches cuando me desvelo y estoy a punto de caer dormido, suenan las y cuarto, y después las menos cuarto, de manera que no pego ojo hasta pasado un buen rato”.
O están tod@s sord@s o verdaderamente han hecho suyo el cotidiano sonido de tal manera, que es cierto que no les molesta. No es mi caso. Por muchos años que hayan pasado, me parece que si no se puede llegar a denominar contaminación acústica, sí es una “tortura” acústica que esté marcando las y cuarto, las y media, las menos cuarto y las en punto. ¡Ni la catedral de León!
Y no sólo se escucha en el casco del pueblo, sino que estás por el campo a un kilómetro, y tampoco puedes disfrutar de la calma; ahí está el recordatorio de que son las siete de la tarde.
Hace 50 años podría tener un sentido, pues casi nadie tenía reloj de pulsera, y la gente que estuviera faenando por el campo, le gustaría saber qué hora era, pero hoy en día, con todo el mundo con reloj, móviles, pda’s, portátiles, reloj en los coches, verdaderamente no le encuentro lógica.
Una de las mayores “pesadillas” existenciales del hombre, es que le recuerden el inexorable paso del tiempo, y aquí no puede evadirse de esa realidad; el reloj anuncia: te queda un cuarto de hora menos, te queda media hora menos, te quedan tres cuartos de hora menos...
Eso sin contar la parte más anecdótica, como cuando tienen que parar la representación de la obra de teatro en las fiestas cuando suenan las en punto. O incluso en la cotidianidad del trabajo en el Ayuntamiento, no quiero imaginar lo que puede ser que el secretario o las personas que trabajen allí, estén al teléfono en esos momentos, o que estén realizando algún trabajo en que tengan que estar concentrados. :)
El único tanteo que he hecho sobre personas que les molesta, ha sido entre niñas de unos 10 años, y todas coincidían en que no les gustaba que sonara tan a menudo.
Propondría que eliminaran todo tipo de sonidos, estéticamente ya es muy bonito, no creo que haga falta acompañarlo de campanazos, y si es así, sería de agradecer que sólo dejaran la hora en punto, y con el volumen más bajo. Supongo que técnicamente no tiene ninguna complicación, aunque si a estas alturas no lo han hecho, tendrán alguna razón de peso que me gustaría que alguien me contara.
Campanadas de las 5 de la tarde en el reloj del Ayuntamiento de Villabrázaro
Hacer click AQUÍ si no se ha podido escuchar pulsando el PLAY
Firmado: María Eugenia Morro Geras
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Firmado: María Eugenia Morro Geras
martes, 28 de octubre de 2008
La musarañita
La musarañita es el mamífero más pequeño del mundo, pesa entre 1,5 y 2 gramos, mide de 3 a 5 cms. sin incluir la cola; el ritmo cardíaco es de 1200 pulsaciones por minuto, y aunque es difícil de observar porque es un animal nocturno, este verano mis hijos se la encontraron a mediodía en el camino de las Mangas.
Fue algo complicado sacar esta foto porque el bichillo se movía a toda velocidad, y a pesar de su minúsculo tamaño, pega mordiscos y se quería ir a los maizales de las parcelas pegadas al camino.
Si veis una musarañita, no la matéis, pues al alimentarse de insectos es muy beneficiosa para los campos.
Vídeo de la musarañita en frenética actividad
Fue algo complicado sacar esta foto porque el bichillo se movía a toda velocidad, y a pesar de su minúsculo tamaño, pega mordiscos y se quería ir a los maizales de las parcelas pegadas al camino.
Si veis una musarañita, no la matéis, pues al alimentarse de insectos es muy beneficiosa para los campos.
sábado, 18 de octubre de 2008
La vendimia
Estos días pasados, por el Pilar, solía ir a Villabrázaro a vendimiar. Como era fiesta, aprovechaba el puente, y en vez de quedarme celebrando la fiesta de la Hispanidad en Madrid, prefería ir al pueblo a “destrozarme” los riñones :)
De pequeña mi familia me llevaba a los bacillares que tenían en los Cabezos, el Montico, la Juncia y la Pradera Redonda. Íbamos andando o en caballerías, y se usaba un carro donde se metían los talegones. La faena podía durar varios días seguidos, hasta que se terminaba de recoger toda la uva.
Había una "gamberrada" muy graciosa que se estilaba entre los jóvenes que coincidían en viñas cercanas. Se decía: "vamos a darle la lagarada a esa", y le embadurnaban la cara con uva negra espachurrada, de manera que la "víctima" quedaba hecha un cristo, al estilo del chocolate, pero versión vino :D
Ya en mi vida adulta, tenía una viña en los Cabezos, que cuando dejé de arrendarla, la vendimiaba personalmente con mi marido y mis hijos, durante unos cinco años, hasta 1988.
Se seguía utilizando básicamente el mismo procedimiento, utensilios y costumbres que hacía cuarenta años: las navajas curvadas para cortar los racimos, las talegas para transportar las uvas desde la cepa hasta los talegones, las ropas viejas y mandilones, la reconfortante parada para comer acompañada casi siempre de pimientos asados y cocidos en ensalada...
Las únicas diferencias son que en los tiempos más modernos íbamos en coche, y ya no era un carro el que contenía el cargamento de uvas, sino un remolque con tractor. Aunque se seguían conservando los talegones, era más frecuente poner una gran lona en el remolque, donde se echaba lo que íbamos recogiendo.
Todos íbamos equipados para la labor, pero mis dos hijos pequeños, en cuanto cortaban tres racimos, se ponían a jugar corriendo por la tierra y no querían saber más de doblar el lomo. Los otros dos mayores, aguantaban un poco más, con alguna que otra protesta.
Una de las veces se me fue la navaja, y me rebané la parte superior del dedo índice izquierdo. Fue bastante aparatoso, por la cantidad de sangre que manaba, y el tiempo que tardó en curarse. ¡Gajes del oficio!.
Las clases de uva que crecían en mi viña eran: tinta Madrid, verdejo, jerez o palomino, prieto picudo, morisca y mencía.
Como no tenía bodega, la producción la vendía a la cooperativa de Benavente. Y a día de hoy, ya no tengo la viña, la vendí hace años, con lo cual estos recuerdos los vuelco en el blog, a modo casi de diario, para que quede constancia de que en otros tiempos, yo también vendimié :)
De pequeña mi familia me llevaba a los bacillares que tenían en los Cabezos, el Montico, la Juncia y la Pradera Redonda. Íbamos andando o en caballerías, y se usaba un carro donde se metían los talegones. La faena podía durar varios días seguidos, hasta que se terminaba de recoger toda la uva.
Había una "gamberrada" muy graciosa que se estilaba entre los jóvenes que coincidían en viñas cercanas. Se decía: "vamos a darle la lagarada a esa", y le embadurnaban la cara con uva negra espachurrada, de manera que la "víctima" quedaba hecha un cristo, al estilo del chocolate, pero versión vino :D
Ya en mi vida adulta, tenía una viña en los Cabezos, que cuando dejé de arrendarla, la vendimiaba personalmente con mi marido y mis hijos, durante unos cinco años, hasta 1988.
Se seguía utilizando básicamente el mismo procedimiento, utensilios y costumbres que hacía cuarenta años: las navajas curvadas para cortar los racimos, las talegas para transportar las uvas desde la cepa hasta los talegones, las ropas viejas y mandilones, la reconfortante parada para comer acompañada casi siempre de pimientos asados y cocidos en ensalada...
Las únicas diferencias son que en los tiempos más modernos íbamos en coche, y ya no era un carro el que contenía el cargamento de uvas, sino un remolque con tractor. Aunque se seguían conservando los talegones, era más frecuente poner una gran lona en el remolque, donde se echaba lo que íbamos recogiendo.
Todos íbamos equipados para la labor, pero mis dos hijos pequeños, en cuanto cortaban tres racimos, se ponían a jugar corriendo por la tierra y no querían saber más de doblar el lomo. Los otros dos mayores, aguantaban un poco más, con alguna que otra protesta.
Una de las veces se me fue la navaja, y me rebané la parte superior del dedo índice izquierdo. Fue bastante aparatoso, por la cantidad de sangre que manaba, y el tiempo que tardó en curarse. ¡Gajes del oficio!.
Las clases de uva que crecían en mi viña eran: tinta Madrid, verdejo, jerez o palomino, prieto picudo, morisca y mencía.
Como no tenía bodega, la producción la vendía a la cooperativa de Benavente. Y a día de hoy, ya no tengo la viña, la vendí hace años, con lo cual estos recuerdos los vuelco en el blog, a modo casi de diario, para que quede constancia de que en otros tiempos, yo también vendimié :)
viernes, 10 de octubre de 2008
Iglesia Iluminada
Este verano he visto la iglesia con un nuevo y hermoso aspecto. La han iluminado con tres focos, uno en la fachada de Amparín y los otros dos en postes frente a la fachada principal. Al pasear por la noche, se realza el edificio y da la sensación de que tenemos una "gran catedral" :)
Esta estupenda foto es de JBNP, y ha sido seleccionada por Google Earth. Espero que no le importe que la comparta por aquí mencionando su autoría
Esta estupenda foto es de JBNP, y ha sido seleccionada por Google Earth. Espero que no le importe que la comparta por aquí mencionando su autoría
miércoles, 1 de octubre de 2008
Qué tiene la zarzamora
¡Qué ricas las moras!, y más cuando son gratis :) ¿Quién se puede resistir a cogerlas en esos caminos alrededor del pueblo? No duelen los pinchotazos de las zarzas, si el objetivo es una madura y hermosa mora. El resto de frutas las lavamos cuidadosamente, pensando que puedan llevar bichitos, larvas o cualquier otro “monstruo”, pero las moras “caen” en el mismo lugar de su recogida; allí te las zampas sin mayores miramientos, una tras otra, y porque ya no te caben más en el estómago, o te da vergüenza que te vean en plan hambriento, o porque se hace de noche. :) Eso cuando paseas y aparecen ante tus ojos sin más, que sin vas con “premeditación”, te llevas una bolsa para rellenarla hasta arriba.
Incluso cuando te pones las manos o la ropa perdidas de rojo, le restas importancia, o te acuerdas del antiguo remedio de frotar con moras verdes para quitar las manchas.
Da igual que sean zarzas, como moral de árbol, todas son atractivas a la hora de cogerlas. De pequeña iba al moral del Redondal, y muchos años después, recuerdo lo felices que eran mis hijos y sus amigos cuando pedían permiso al Sr. Isidro y pasaban al árbol de su casa a dar buena cuenta de los frutos.
Lo de coger moras es una actividad veraniega clásica, parece que si no has comido alguna, falta algo en ese mes de Agosto. Y quien quiere prolongar el placer de degustarlas, elabora confituras y las consume a lo largo del año.
Zarzamora en la Sierra de la Culebra(Zamora)
Incluso cuando te pones las manos o la ropa perdidas de rojo, le restas importancia, o te acuerdas del antiguo remedio de frotar con moras verdes para quitar las manchas.
Da igual que sean zarzas, como moral de árbol, todas son atractivas a la hora de cogerlas. De pequeña iba al moral del Redondal, y muchos años después, recuerdo lo felices que eran mis hijos y sus amigos cuando pedían permiso al Sr. Isidro y pasaban al árbol de su casa a dar buena cuenta de los frutos.
Plato con moras en la cocina para ser degustadas
Lo de coger moras es una actividad veraniega clásica, parece que si no has comido alguna, falta algo en ese mes de Agosto. Y quien quiere prolongar el placer de degustarlas, elabora confituras y las consume a lo largo del año.
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